Un estudio certifica lo que experimentan muchos usuarios de bicicletas eléctricas: con ellas llegas más lejos.
Como cada día, siempre que hace buen tiempo, Juan sale a rodar en su bicicleta eléctrica de montaña. Siempre fue un apasionado de los pedales, pero hace dos años una lesión en la rodilla truncó su afición favorita. A sus 67 años, y recién jubilado, la recuperación se le hizo especialmente cuesta arriba, y el médico le desaconsejó hacer grandes esfuerzos. Fue entonces cuando empezó a plantearse la posibilidad de dar el paso a una ebike.
“Pensaba que era para vagos, o para gente que no quería sudar”, reconoce Juan, que antes de comprar su flamente ebike no había probado las bondades del pedaleo asistido. “Nada más lejos de la realidad: hoy en día no sólo he recuperado la costumbre de salir a montar en bici, sino que hago muchos más kilómetros y disfruto mucho más. Incluso me atrevería a decir que hago más ejercicio que antes, cuando me movía en una bicicleta convencional”.
El caso de Juan puede parecer anecdótico, y su sensación simplemente eso: una sensación. Y sin embargo, es rigurosamente cierto. Al menos, así lo atestiguan estudios como el publicado en la revista ‘Transportation Research Interdisciplinary Perspectives‘, que siguió los hábitos de 10.000 adultos en siete países europeos.
La premisa para participar en el estudio era sencilla: los participantes debían ser peatones, ciclistas de bicicletas convencionales y ebikes, usuarios de transporte público o conductores. Y el objetivo estaba claro: se trataba de dilucidar cuáles de ellos recorrían distancias mayores en su respectivo día a día.
Los resultados no dejaron lugar a dudas: en lo más alto del ránking se situaron los usuarios de bicicletas eléctricas, ligeramente por delante de los que se mueven en bicicleta convencional.
Ideal para viajes largos
“Los datos respaldan la necesidad de promover las bicicletas eléctricas como una opción de transporte saludable y sostenible”, señalaron los autores del estudio. “Los encargados de la planificación urbana deben ser conscientes de que los ciclistas eléctricos recorren distancias más largas que los ciclistas de bicicletas convencionales. Por lo tanto, las ebikes podrían usarse para viajes más largos que las bicicletas no eléctricas. En ese sentido, la infraestructura para bicicletas debe expandirse y es posible que deba adaptarse para adaptarse a velocidades más altas”, apuntaron.
El estudio también arrojó otros datos interesantes: el índice de masa corporal de los ciclistas de bicicletas convencionales es menor (23,8) que el de los usuarios de bicicletas eléctricas (24,8). Es decir: como es lógico, los que se mueven sin asistencia al pedaleo están más en forma. Un dato que, para los responsables del estudio, lleva a pensar que los usuarios de ebike no pedalearían si no fuera en una bicicleta eléctrica, con los beneficios para su salud y para el medio ambiente que eso conlleva.
Del mismo modo, el estudio también encontró diferencias de edad entre los ciclistas de bicicletas convencionales y eléctricas. Los primeros tienen una edad promedio de 41,4 años, mientras que los que optan por el pedaleo asistido se sitúan, de media, en los 48,1 años.